domingo, 18 de octubre de 2009

De la sociedad tele dirigida a la post telebasura Por Mauricio Chinchilla

¿Es tan tonta la caja tonta como se dice y se piensa, o somos más tontos los televidentes que nos quedamos «enganchados» ante ella? Teniendo en cuenta que la prensa, la radio, el cine, la televisión y ahora también Internet, son hoy una parte casi esencial de la cotidianidad del hombre moderno, comienzan a aparecer voces críticas en cuanto a contenidos, mensajes, finalidades, ecuación, horarios, etc.

«Telebasura» o «teleporquería», son entre otros, los adjetivos que se vienen utilizando desde hace ya un tiempo, para denominar ciertos canales o ciertos programas de televisión.

Pero ¿a qué se refieren estos conceptos? Según las «consideraciones iniciales» (http://www.audiovisualcat.net/investigacion/telebasura.pdf) que sirven como documento de trabajo para unas Jornadas sobre Telebasura, realizadas por el Consejo Audiovisual de Cataluña (http://www.audiovisualcat.net): «El concepto de teleporquería se está aplicando sobre todo a un conjunto de modalidades televisivas y no a un género específico. Cuando los Reality Shows, concursos o programas del corazón que emiten algunos canales de televisión merecen el calificativo de basura, lo que se está calificando no es el género en sí, sino la degradación que se produce en unos casos y en unas programaciones determinadas».

En la página http://tvblog.blogs.com/tv/2004/06/contradicciones.html, se afirma que «el abismo que se abre entre los que hacen televisión, los que la ven, y los que la valoran es enorme» y añade: «¿Por qué se critica tanto la televisión actual?» El escritor Antonio Sempere tiene la respuesta: «Por desconocimiento, la mayoría de críticos de televisión ignoran, odian y desprecian el medio, lo miran por encima del hombro. Yo, sin embargo, amo la televisión y dedico ocho horas diarias a verla. Fruto de esta pasión nace «En tiempo real: La televisión al borde de un ataque de nervios» (http://www.primeravistalibros.com/fichaLibro.jsp?codigo=1393), un libro en el que analizo la situación actual de la televisión desde sus dos pilares básicos: los programas de telerrealidad y los informativos como espectáculo. La televisión va a continuar durante mucho tiempo con esta dinámica de programación en tiempo real, las cadenas han despertado el voyeur que todos llevamos dentro, han inventado un sistema de televisión en el que crean sus propios personajes y viven de ellos. El caso más claro es el de Telecinco (http://www.telecinco.es/), en España, una cadena en la que los reality son la base de su programación. Si estos fallan, falla todo».

El politólogo y ensayista italiano, Giovanni Sartori, (http://www.infoamerica.org/teoria/sartori1.htm) profesor de las Universidades de Florencia y Columbia, tiene su propia tesis sobre los efectos de la televisión y hace, en su obra, Homo Videns (http://www.lapaginadefinitiva.com/television/biblioteca/sartori1.htm) una crítica a la sociedad teledirigida. Realiza un análisis de la influencia de la televisión y de la cibernética en la sociedad actual. Intenta dar respuesta a los interrogantes de futuro que plantea el nuevo esquema de comunicación social que se está configurando actualmente. Un sistema dónde predominan los individuos solitarios, la comunicación es cada vez menos personal, la televisión se convierte en el vehículo universal de transmisión de información, desde los países más poderosos hacia todo el planeta, y aparece un nuevo elemento comunicacional: las redes de comunicación cibernéticas. De éstas, todavía se desconocen las consecuencias, tanto en la educación como en la intercomunicación de las personas, así como de sus diferentes utilizaciones. En su crítica al poder de la televisión y de la cibernética, niega las posibilidades de la información audiovisual como fuente de formación. Ésta anula la posibilidad de hacer abstracción de los conceptos aprehendidos y de configurar nuevas ideas, postulados y proyectos. Anula la capacidad de reflexión del ser humano. La cultura, por tanto, se vuelve superficial, con abundancia de imágenes pero escaso contenido. La sociedad, por tanto queda, a juicio del politólogo, en manos del poder audiovisual.



Y es que tal y como afirma Carlos Barrera del Barrio de la Universidad de Navarra en su artículo «La crítica de los reality shows en la prensa» (http://www.unav.es/cys/vii2/barrera.htm) «no es verdad que las televisiones sean unos meros servidores de los gustos que el público pide: al público también se le educa o se le deforma a través de lo que la televisión le proporciona y a lo cual le acostumbra, de tal modo que le hace pedir, en expresión asaz repetida en los actuales ambientes políticos, "más de lo mismo". Falta valentía en una verdadera apuesta por la calidad, que cultive valores más dignos del espíritu humano, y esto puede conseguirse con simple profesionalidad y sentido de responsabilidad social».



El público latinoamericano también se ha visto invadido, si no es que copian los ejemplos a no seguir de otros lugares –fruto tal vez de tanta globalización–, de programas tales como «Laura en América», o el «Show de Cristina» (http://www.cristinaonline.com/).



No basta con preguntarnos ¿qué está pasando? o ¿cómo hemos llegado a esto? La solución pasa por detenernos a observar la realidad y a pensar el futuro de la televisión de manera más crítica y racional.



Ya se han dado algunos pasos en este sentido. Leemos por ejemplo en el boletín de educa.Web, artículos como el de José Ignacio Aguaded Gómez, Profesor de la Universidad de Huelva y director del Grupo Comunicar, donde se pregunta, a la vez que nos pregunta: ¿Es posible enseñar a ver la tele? Utopías y realidades. (http://www.educaWeb.com/EducaNews/interface/asp/Web/
NoticiesMostrar.asp?NoticiaID=159&SeccioID=301).



Y los planteamientos son relativamente sencillos. Algunos de ellos:

*

Aprender y enseñar a ver televisión.

*

Que las administraciones tengan una política global y planificada y que se puedan concretar en planes integrales de formación de profesorado, que se fomenten las campañas institucionales en padres, profesores y alumnos, que se editen materiales didácticos, libros con reflexiones y experiencias, propuestas e investigaciones.

*

Que se fomenten las asociaciones ciudadanas específicas de televidentes.

*

Que los medios de comunicación social y, específicamente, las emisoras de televisión no olviden que son también, sin duda, uno de los ejes básicos para el fomento de la educación de los telespectadores.

En suma, es una responsabilidad social, que, para que tenga éxito, nos compete a todos. Como señala Pérez Tornero en su libro «El desafío educativo de la televisión», «el desafío debe no sólo transformar la televisión, sino cambiar la educación (...). No es sólo un desafío ético, sino un desafío que afecta a nuestra ciudadanía democrática: para mantener nuestro grado de civilización y desarrollo y para ampliarlo, necesitamos que el medio de comunicación hegemónico en la actualidad, participe de los valores propios de la civilización, cultive la inteligencia y apoye el enriquecimiento cultural».

No hay comentarios: